Luis Sagasti es un escritor, docente y crítico de arte argentino.
Sus libros incluyen Lenguas Vivas (2023), nominado para la long list del Premio FILBA-Medifé a la mejor novela del 2024; Leyden, Ltd. (2019); Por qué escuchamos a Led Zeppelin (2019); Una Ofrenda Musical (2017, traducido al Inglés como A Musical Offering, 2020), que ganó el Segundo Premio Nacional de Literatura in 2023; Bellas Artes (2011, traducido al Inglés como Fireflies, 2017); y El canon de Leipzig (1999).
Luis trabajó como conservador del Museo de Arte Contemporáneo de Bahía Blanca en Argentina durante ocho años.
La entrevista de Talking About Books con Luis sobre los siguientes temas: cómo organiza sus libros, el papel que juegan la guerra y el arte en sus libros y sobre la importancia de las lenguas.
TAB: Me encanta la forma en que organiza sus libros: los elementos disparatados que entrelaza en un todo con temas recurrentes. ¿Cómo construye sus libros? ¿Empieza con un tema y luego busca los elementos, o hay elementos que le llaman la atención y le dan la idea de un tema?
LS: En verdad no tengo una metodología o una suerte de algoritmo para comenzar a escribir una novela. O al menos no soy capaz de advertirlo. Usualmente el disparador suele ser una historia, una escena, por lo general verídica, como la del sacerdote brasileño que se perdió en el cielo en Bellas Artes. Creo que a partir de allí comienza a armarse el texto. También algún dato suelto, alguna cosa que me llame la atención puede funcionar como disparador una vez que la historia ya está comenzada. Tengo una natural disposición para relacionar cosas, hechos y a la vez para dispersarme. Pero no se trata de una deriva sin sentido. Digamos que salgo a navegar con la intención de poder regresar al puerto.
TAB: La forma en que escribe me recuerda a la forma en que aprendemos a ver las constelaciones: creando historias a partir de estrellas que de otro modo no estarían relacionadas. Puede verlos simplemente como estrellas diferentes, o como puntos de luz que pueden unirse para contar una historia. Por ejemplo, en Lenguas Vivas reúne fotografías, idiomas y faros. ¿Cómo encontró las conexiones entre diversos elementos?
LS: Bueno, qué observación interesante. Suelo pensar en constelaciones cuando armo mis libros. También los pienso como discos—aunque ya no se escuchen—a la hora del montaje, es decir qué texto o capítulo va en qué lugar (menos el primero y el último que son muy claros). Las conexiones están allí. No hay una voluntad de búsqueda, sencillamente aparecen. El peligro es que muchas veces hay conexiones o ciertas casualidades, por así llamarlas, que pueden ser muy atractivas pero que o bien no conducen a nada o bien no logran integrarse orgánicamente al relato. Debo reconocer que tengo mucha memoria para el dato inútil, por ejemplo el número aproximativo de faros en actividad. Cuando leo que el número de lenguas es casi el mismo, la conexión se produce sola.
TAB: Sus libros semejan la versión literaria de una pieza musical, tanto en términos de estructura, con temas recurrentes y contrapuntos, como en la forma en que utiliza el lenguaje. Cuando escribe, ¿piensa en cómo va a sonar?
LS: De alguna manera creo que sí. La musicalidad de mis textos es un tema que me importa mucho. No solo en un sentido puramente plástico, me refiero a la preocupación formal por la construcción de una frase, su música interna (y también, evitar que se extiendan ciertas métricas, ciertas “melodías”) sino también la musicalidad propia del libro como un todo. Por eso me interesa, como he dicho, el orden de los capítulos, la resonancia entre uno y otro, el diálogo que entre ellos se pueda establecer. El problema es que el resultado es un híbrido que cabalga entre el cuento, la novela, el ensayo, la poesía. Bah, no hay tal problema sino a la hora de definir lo que uno hace.
TAB: En Leyden, Ltd., construye un libro enteramente a partir de notas a pie de página. Esta es una forma inusual de contar una historia. ¿Cómo se le ocurrió esta idea?
LS: Es una idea que tenía hacía muchísimo tiempo. No encontraba el tema, la historia a consignar. Hasta que tomando apuntes para el libro “Por qué escuchamos a Led Zeppelin” encontré mi eureka. Un artista/ activista oculto que hace sus performances e intervenciones. Es un libro que me gusta mucho. Empapelé todo mi escritorio, donde daba la impresión de montaje cinematográfico. Como nota al pie de esta pregunta debo decir que difícilmente lea una nota al pie en un texto.

TAB: La guerra juega un papel importante en Bellas Artes, Una Ofrenda Musical y Lenguas Vivas. ¿Por qué vuelve al tema de la guerra?
LS: Mi experiencia con la guerra es haber sido soldado durante el conflicto de las Malvinas. Tuve la suerte de no ir a combatir. Sin embargo, no creo que por allí venga el asunto. Creo que me interesa el estado mental de la gente que se encuentra en esa situación. Es el regreso a la animalidad pura, la reducción de nuestras expectativas al presente inmediato, el regreso del hombre a las cavernas. Como si todo nuestro orden en verdad pende de un hilo y jamás nos hubiéramos alejado mucho del tigre sable. La otra cosa que me interesa del asunto es cómo el discurso bélico penetra tan fácil en la gente.
TAB: Utiliza la pintura, música y fotografía para entretejer temas. ¿Por qué el arte juega un papel tan central en sus libros?
LS: Sencillamente porque amo el arte en casi todas sus formas. De chico mi padre me enseñaba a dibujar (él lo hacía de veras muy bien) y mirábamos juntos fascículos de grandes pintores. De hecho a veces también, cuando corrijo y trato de poner a punto un libro, siento como si estuviera pintando. Una cosa impresionista, donde la vista se pasea por todo el lienzo sin anclar en ningún sitio, donde las pinceladas conectan una forma con otra. Me interesa hacer lo mismo con las ideas y las historias que aparecen en un libro.
TAB: Escribe sobre silencios y espacios vacíos: por ejemplo, el espacio entre palabras o en una página de texto escrito, el espacio entre dos objetos en una pintura (Dios y Adán en la Capilla Sixtina, dos bisontes en las cuevas de Lascaux) y los silencios musicales. ¿Qué significan estos espacios vacíos?
LS: A diferencia de la nada o la ausencia, el vacío es ese espacio que permite, que facilita, la posibilidad del crecimiento. Que se manifieste aquello que se encuentra en estado de ciernes. Por eso es tan importante generarlos. El ejemplo ahora es deportivo: hay que emplear alguna estrategia para generar el espacio a donde llevar el juego. Lo que quiero generar en mis textos—con diversa suerte—es un vacío que permita al lector trazar sus propias constelaciones. No decirlo todo, no ser nunca muy claro (en verdad esto último es casi siempre inevitable: uno escribe siendo consciente de que el lenguaje tiene sus limitaciones). Pero definitivamente es el vacío lo que hace funcionar al arte, no? Como el hueco que hace a la esencia de un vaso.
TAB: También escribe sobre un tipo diferente de silencio, el silencio que surge de la pérdida de una lengua. Aunque el idioma se haya conservado en forma escrita, ¿cuánto perdemos cuando muere el último que habla una cierta lengua?
LS: Creo no ser melodramático si digo lo que ya se ha dicho en otras oportunidades: se pierde un cosmos, una relación singular entre el hombre y la realidad, se pierde una manera de ordenarla, de darle sentido, de singularizarla. Se pierde una dimensión poética. Finalmente los idiomas que sobreviven son los más eficaces a la hora de resolver ciertos asuntos. Pero la vida vale la pena vivirla por aquello que rehúye de la eficacia, de los protocolos impuestos por la utilidad de los fines.
TAB:¿Cuándo empezó a escribir? ¿Es algo que siempre ha hecho?
LS: Cuando tenía siete años un compañero de la escuela nos enseñó sus historietas. Yo quedé pasmado. No porque fueran geniales ni mucho menos sino porque, sencillamente, me di cuenta de que yo también podía hacer eso. De modo que comencé a escribir mis propias historietas. Una mezcla de Tintín con Julio Verne y cuanta película estuviera viendo. Siempre fui muy lector. Diría que el impulso serio por escribir algo ya me vino a los 17 años más o menos. Amaba a Henry Miller y quería escribir como él. El problema es que a esa edad… uno no ha vivido absolutamente nada como para poder hacerlo! Ahora, lo que sería mi primera novela en publicarse (1999) comencé a escribirla, porque la idea se me presentó súbita como un rayo—y aún hoy me gusta mucho—en 1990. Hace 35 años.
TAB: Gracias por compartir su visión y por los viajes a los cuáles nos lleva.
Pueden leer mis comentarios (en inglés) sobre Bellas Artes y Una Ofrenda Musical.
